En este artículo, Betzabé aborda la propuesta pedagógica a la que se dedica hace años, el método de María Montessori. Pero en lugar de concentrarse en la descripción usual, decide profundizar en aquellos elementos invisibilizados que constituyen la esencia de la propuesta: la Educación Cósmica y la Educación para la Paz.

Título original: “La transformación de los adultos que acompañamos educativamente los   procesos de vida de niñas, niños y jóvenes.”

Mucho se dice de la educación cuyas bases pedagógicas están inspiradas en el trabajo humanista y científico que realizó Maria Montessori, más lo que se sigue dando a conocer es aquello ‘visible’ a los ojos de las personas. Se conocen los materiales de desarrollo que ella diseñó, y en algunos países incluso se ofertan verdaderas ‘maratones’ para aprender a usarlos (de hecho, catálogos Montessori y videos para saber cómo se utilizan los materiales se encuentran fácilmente en internet).

Autor: Valilouve

Autor: Valilouve

A muchas personas les resuena la torre rosa, el ábaco dorado, las letras de lija o el alfabeto móvil y poco se reflexiona sobre si realmente es lo que ella anhelaba que trascendiera, nadie cuestiona si es lo más relevante de su propuesta. Como todo lo que se nos ‘enseña’ en esta sociedad, lo importante es lo visible, y muchas veces lo que se ve (en este caso los materiales Montessori) se acaba convirtiendo en una anécdota que no da respuestas a nuestra búsqueda de lograr una humanidad más humana, más feliz desde el espacio educativo en el que nos encontremos.

Cuando las esperanzas se ponen sólo en algún método (por muy innovador que éste sea) se acaban diluyendo. Trabajar porque creemos que la labor educativa que realizamos con niñas, niños y jóvenes permite una transformación social es algo que no se logrará depositando la energía en algo externo: para lograrlo no necesitamos solamente invertir más recursos económicos, ni buscar respuestas en Finlandia o en otros países…ni siquiera buscar respuestas en otras Comunidades Autónomas…ni en el colegio de al lado…¡ni siquiera en la clase de mi compañera!


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Y justamente es aquél aspecto el que tal vez menos se conoce de Maria Montessori: todo su planteamiento nos invita constantemente a buscar caminos en nuestro interior, a despertar nuestro cuerpo, a unirlo con nuestra mente, con nuestras emociones y conectarnos con nuestra propia infancia y juventud. Su propuesta nos desafía constantemente a los adultos a vivir en el presente, a ser felices y a volver a descubrir nuestro propio instinto, aquél instinto que se complementa con la observación científica y nos permite tomar decisiones en nuestras vidas, de una manera agradecida e interconectada con nuestro planeta y el universo. Maria dice que hay un trabajo importante que realizar, previo al trabajo con los materiales de desarrollo (que por cierto facilitan muchísimo la labor docente porque abarcan muchos aspectos curriculares, en diferentes niveles de profundidad y complejidad): el trabajo más difícil de lograr un cambio en la educación, es el cambio de perspectiva que debemos conquistar los adultos. No podemos enseñar ni transmitir, ni compartir aquello que no hemos vivenciado. Por eso nuestra vocación renace una y otra vez, porque la infancia nos refleja la sabiduría de la vida. Lo que más nos inspira y nos invita continuamente a seguir profundizando en los planteamientos de Maria Montessori, son estos aspectos menos conocidos de su propuesta: la Educación Cósmica y la Educación para la paz a partir de la transformación de los adultos.
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Este artículo fue publicado originalmente en Montessori Canela

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