Ricardo, pedagógo español, activista y miembro del equipo de Reevo ha frecuentado el proyecto educativo que funciona en el barrio de Floresta de Buenos Aires. Se trata del Bachillerato Popular Sergio Karakachoff, una iniciativa educativa surgida de diversas organizaciones sociales orientada a jóvenes-adultos llevada a cabo desde la perspectiva de la educación popular.

El barrio de Floresta, esta situado en el centro-oeste de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en Argentina. Su nombre se debe a la evolución de su propio historia: en algún momento fue llamado “La Floresta” por la gran cantidad de vegetación que se encontraba en esta zona. Hoy día es un barrio de clase media, trabajadoras y trabajadores. Allí se encuentra el proyecto educativo “Sol de Floresta”.

Al llegar al espacio, ubicado en la calle Mariano Acosta 140, hace frío, un frío y una humedad ciertamente pesadas. Tan solo al entrar, te encuentras con la historia: en un mural hecho de fotos que da cuenta de lo vivido en este centro recién nacido. Antes de ser conocido como “Sol de Floresta”, su edificio fue sede del “Colegio Nacional N º 18 Dr. Alberto Larroque”, institución que se mudo a otro espacio, dejando el edificio original vacío y sin actividad.

A mitad del año 2013 un conjunto de organizaciones sociales alquilaron el espacio y comenzaron a dar forma a “Flor de Floresta”. Para hacerlo posible llevaron a cabo un arduo trabajo de reconstrucción que consistió en casi 30 jornadas de labor voluntario, necesarias para poner el centro a punto. Este trabajo fue llevado a cabo por 70 personas, los integrantes de las tres propuestas educativas culturales que forman parte del proyecto “Sol de Floresta”. Las mismas son: el Bachillerato Popular “Segio Karakachoff”; el Centro Cultural “70 locos y ningún balcón” y un centro terapéutico en formación para personas adultas “diagnosticadas” como autistas, realizado en colaboración con “Autismo Buenos Aires”.

 

Fuente: Perfil de FB del Bachillerato Popular Sergio Karakachoff

Fuente: Perfil de FB del Bachillerato Popular Sergio Karakachoff

 

El centro cuenta con más de quince aulas, repartidas en dos plantas. Actualmente  la planta de abajo está terminada y ahí se dan las clases, sin embargo la parte de arriba, aún sigue en un proceso colectivo de restauración. A la calle el edificio se distingue por su fachada azul, color que representa el “autismo”.

Durante las noches, en turno vespertino, funciona el Bachillerato Popular, experiencia educativa que he tenido la oportunidad de visitar y en la que me han abierto las puertas para colaborar en calidad de profesor. En lo que sigue me abocaré a profundizar en este proyecto particular.

El Bachillerato Popular “Sergio Karakachoff” y la lucha de los “bachis”

Como decía, dentro de la propuesta del espacio de “Sol de Floresta” funciona un proyecto educativo orientado a jóveces y adultos que buscan culminar sus estudios secundarios. El mismo recibe el nombre de “Sergio Karakachoff”, en homenaje al dirigente estudiantil que fuera secuestrado, torturado y asesinado por su oposición a la última dictadura militar argentina.

Más de 20 educadores conforman el colectivo educativo del Bachillerato Popular que cuenta hoy con un grupo aproximado de veinticinco alumnxs del barrio, en edades comprendidas entre 16 y 62 años. No se trata de la primera experiencia de este colectivo de educadores: en el barrio de La Boca, también en la Ciudad de Buenos Aires, llevan adelante el Bachillerato Popular “German Abdala”, el cual cuenta con más de 50 profesores y 150 estudiantes.

El formato y propuesta de estos proyectos no es exclusivo de estas experiencias: los llamados “bachilleratos populares” son un fenómeno con casi 15 años de existencia que siguen multiplicandose en la Capital Federal, la zona metropolitana e incluso en otras partes de América Latina. Se trata de experiencias de construcción colectiva de proyectos educativos emancipatorios. Nacen al calor de los movimientos sociales a finales de la década de los noventa, emergiendo en su mayoría al compás de la crisis del 2001 y directamente asociados a los procesos de recuperación de fábricas y empresas por los propios trabajadores. Son un síntoma de un desborde del sistema educativo en dicho contexto de crisis, impulsados por la acción directa de las organizaciones sociales.

Hoy día se sigue luchando trabajando para que el Estado reconozca este tipo de iniciativas y sustente los gastos de los proyecto: el reconocimiento de todos los bachilleratos populares, los sueldos de lxs profesorxs, la pareja pedagógica y el financiamiento integral, entre otras cosas.

En el caso del “bachi” de Floresta, lxs profesorxs no cobran por la labor que llevan a cabo. El salario digno es parte de la lucha e implica el reconocimiento, por parte del Estado, de su rol de trabajadores de la educación. Dada esta situación se ven forzados a compaginar trabajo asalariado en otras entidades para poder sustentar su voluntariado en este.

Esto también repercute en la titulación que reciben lxs alumnxs. Si el Estado no reconoce la entidad, no puede conceder los certificados oficiales de nivel medio. Por ello, muchos de los bachilleratos populares consiguen su “legalización” a través de de un trabajo conjunto con otros bachilleratos populares, que ya cuentan con el reconocimiento, a pesar de desarrollar la labor en otro centro. Esta es una de las tantas estrategias de apoyo mutuo que llevan adelante “los bachis” a partir de que se encuentran organizados y articulados en forma de red.

Hay grandes planes para Floresta, esperan que el próximo curso académico sean dos grupos de educación secundaria, también están llevando a cabo

¿Cómo es un día en el bachi de “Sol de Floresta”?

Lxs chicxs llegan sobre las seis y cuarto de la tarde al bachi. Se reúnen en la puerta, conversan, se ríen, juegan y luego pasan al salón donde se dan las clases, al son del “¡Hola profe! ¿Cómo te va?”. No todxs llegan puntuales, porque la gran parte llegan de trabajar. El bachi ofrece flexibilidad en esto, conociendo la historia de cada unx de sus alumnxs, sabiendo quién llega tarde y por qué. Esto rompe con la lógica hegemónica de los horarios y de la estructuración del tiempo, dándole consideración a la realidad personal de cada unx de lxs alumnos.

La currícula consta de veintinueve materias con una duración de 1 hora cada una. Desde “Técnicas de trabajo intelectual” hasta las tradicionales “Matemáticas”. En este proyecto, al igual que en el Bachillerato Popular “German Abdala” en La Boca, funciona a través de las “parejas pedagógicas”. Dos profxs son los que se encargan de configurar y llevar a cabo las clases.

Fuente: Perfil de FB del Bachillerato Popular Sergio Karakachoff

Fuente: Perfil de FB del Bachillerato Popular Sergio Karakachoff

La pedagogía del centro se basa en la ideas de la Educación Popular asociadas a la figura de Paulo Freire. La carga horaria total del secundario es de tres módulos en un día con dos recreos. La evaluación se lleva a cabo a través de pruebas tradicionales donde se evalúa el aprendizaje de los contenidos. Sin embargo, aunque las materias, la forma de evaluar o el uso del tiempo puedan parecer semejantes a la configuración del sistema educativo tradicional, la forma en cómo se lleva a cabo es diferente. La relación es genuina, cercana, siempre partiendo desde un punto de vista crítico. La Educación popular, cambia el paradigma de esa tradicionalidad, para poner en el centro de las cuestiones la construcción colectiva, el potenciar las relaciones por medio del diálogo y la visibilización de los procesos de dominación que afectan a las personas implicadas en este proceso pedagógico-político-dialógico.

Mantiene en una delgada línea entre “la currícula tradicional” y la adaptación y re adaptación a las necesidades de los chicos y chicas que acuden al proyecto. El proyecto se plantea trabajar el afuera, las dificultades que aparecen a la hora de concurrir a clase, situación que se cruza con realidades que complican esa concurrencia, por razones de trabajo, salud, situaciones familiares o personales. La ausencia de lxs estudiantes se aborda desde un lugar no punitivo ya que la desaparición de la obligatoriedad permite remover ese vacío palpable en las estrategias tradicionales. El asistir desde otro paradigma, supone restarle el carácter paternalista que el sistema suele ejercer en las y los alumnos. Por tanto, no compromete a que exista un control, ni una persecución en la asistencia de lxs chicxs, sí pasa por una preocupación de mantener la motivación de los y las mismas. Que la asistencia surja más de la calidez y cercanía del trato, que desde el tedio de lo académico o lo coercitivo.

El bachi de Floresta es una experiencia que da testimonio de lo que es posible a partir de la construcción colectiva y el esfuerzo de las organizaciones sociales. Constituye una experiencia educativa digna de ser conocida por sus especificidades y también como parte de la construcción mayor que vienen realizando los Bachilleratos Populares, un fenómeno social emblemático de la Argentina de los últimos años que desde su interesante trayectoria enriquece el diverso campo de la llamada “educación alternativa”.