Los orígenes de la Escuela del Mar

En la ciudad de Mar del Plata, en el año 2013, un grupo de 10 familias que había visto la película La educación prohibida, sintió un llamado a reunirse y organizarse para investigar sobre pedagogías alternativas. Así fue que leyeron, viajaron, conversaron, y decidieron crear para sus hijos e hijas una escuela que funcionara dentro del ámbito público, aunque con una pedagogía experimental que tiene su origen en 1958, en el Centro Pedagógico de La Plata. Dicho Centro comenzó sus actividades en la ciudad de La Plata, como una asociación civil sin fines de lucro fundada por Dorothy Ling, Nelly Pearson, y Marta Bournichon. Estas tres maestras reconocían la experiencia de las maestras Olga y Leticia Cossettini en la década de 1930, y el trabajo del maestro Iglesias.

Durante años trabajaron con niños que asistían a escuelas formales hasta que, en 1984, el proyecto fue incorporado al Ministerio de Educación de la Nación y comenzó a ser parte de la enseñanza oficial como escuela pública de gestión estatal. Se amplió a nivel secundario y terciario, y se denominó Instituto de Educación Superior Roberto Themis Speroni.
Actualmente, 31 familias integran la comunidad de la Escuela experimental del Mar, que comenzó sus actividades en marzo de 2015. El grupo se encuentra realizando los trámites necesarios para ingresar a la gestión pública a través del sistema educativo municipal, y cuenta con tres docentes especializados en las bases pedagógicas experimentales.

La entrada de la escuela, en el bosque Peralta Ramos

La propuesta pedagógica

En la escuela no hay aulas, bancos, exámenes ni calificaciones. Los grupos de niños trabajan en rondas en el suelo, agrupados por edades, y hay una gran presencia de trabajo artístico. El arte acompaña de manera transversal a los contenidos del diseño curricular vigente.Las actividades son pautadas y guiadas para cada grupo, aunque de cada niño se espera una producción diferente y personal, que cada maestro conoce en detalle y acompaña de cerca.

Las prácticas que se han sostenido en las escuelas experimentales son el resultado de procesos de observación y reflexión entre los maestros, lo que hace al método adaptable a cada comunidad. De este modo, cada escuela experimental es única más allá de contar con el aval del Instituto Speroni. En este sentido, la Escuela del Mar, sus maestros, se encuentran en el proceso de descubrir día tras día los caminos que los lleven a integrar la metodología específica, sus experiencias en escuelas tradicionales, y sus propios procesos personales, que los hacen redescubrir la educación en la acción y en el sentir de cada día. Más allá de los materiales o las formas que el método propone, otras cuestiones escapan y desbordan cualquier teoría. La manera de acompañar y guiar a los grupos de niños, las formas más o menos verticales de relacionamiento entre adultos y niños, las pautas, los límites, se construyen en la comunidad específica y hacen a los vínculos entre sus integrantes. A partir de la observación, la auto-observación y el cuestionamiento permanente de las acciones que hacen a los hábitos docentes, la Escuela del Mar encontrará su identidad y su manera propia y única de conducirse.

Los materiales ordenados y el espacio está despojado permite circular por el salón y habitarlo.

Las dinámicas diarias

La jornada comienza con los preparativos en el espacio a cargo de los docentes. Los chicos van llegando, saludan y se sientan en ronda en el suelo. Cuando todos están listos, comienzan a cantar algunas de las canciones del repertorio musical de la escuela, que incluye canciones populares y en diferentes idiomas. Cada uno a su tiempo, sigue a la maestra, quien acompaña con una guitarra y algunos acordes. Unos cantan, otros ríen, otros observan y escuchan. Todo transcurre naturalmente.

Los materiales ordenados y el espacio está despojado permite circular por el salón y habitarlo.

Luego, cada maestro convoca a un grupo de niños para dar inicio a la primera actividad del día. Se organizan en tres grupos: niños de 3 y 4 años, niños de 5 y 6 años, niños entre 7 y 10 años. Forman rondas separadas, pero todos trabajan al mismo tiempo y comparten el espacio. Cada grupo desarrolla su clase dirigida por el docente. Mientras unos trabajan en Prácticas del Lenguaje, otros lo hacen en Matemáticas, y otros en Conocimiento del Mundo. La clase dura 90’ aproximadamente. Al terminar esta primera parte, salen para compartir el recreo de 30’. Los niños juegan entre ellos en un pequeño espacio verde. Los maestros observan, cuidan e interactúan constantemente, e intervienen cuando es necesario.

Los maestros: Emiliano Zubiri, Micaela Benito y Nilce Argüello

Al finalizar el recreo, los niños regresan y vuelven a ser convocados por sus maestros para dar inicio a la segunda actividad del día. Los docentes rotan y trabajan con todos los grupos. Una vez más, trabajan en ronda, sentados en el suelo, se usan pizarras individuales, materiales que se comparten y que los mismos niños se encargan de tomar, repartir y luego guardar en su lugar.
La jornada termina con una merienda comunitaria. Todos los niños forman una ronda y esperan la indicación del docente para iniciar este momento. Los maestros preparan los alimentos en la cocina y luego dos niños reparten los manteles, las tazas y los alimentos. La merienda transcurre en silencio. Al terminar, ordenan y limpian entre todos. Finalmente, mientras los padres llegan a retirar a sus hijos, se cantan nuevamente algunas de las canciones del repertorio, y algunos niños bailan y juegan tomados de la mano. Los maestros llaman a los niños a medida que sus padres llegan y así, poco a poco, la ronda se desarma y el día en la escuela llega a su fin.

Los materiales ordenados y el espacio está despojado permite circular por el salón y habitarlo.

La sustentabilidad del proyecto

La escuela se sostiene con emprendimientos gestionados por las familias, que organizan y distribuyen entre los papás y las mamás 8 horas de trabajo semanal para mantener el alquiler del espacio y los sueldos de los maestros. Esta tarea no es intercambiable por dinero.
A su vez, proveen la merienda de cada tarde por turnos y se ocupan del mantenimiento del espacio. También están a cargo de conseguir materiales para la escuela, a través de las ganancias de los emprendimientos o gestionando donaciones.

Para la toma de decisiones, realizan plenarios cada quince días y está organizados en grupos de trabajo que se ocupan de diversas tareas: legales, talleres, recursos.
Se trata de familias que participan activamente de la educación de sus hijos, crean el espacio, lo sustentan con trabajo, investigan en educación, y acompañan y valoran la tarea de los maestros.

Padres trabajando

La Escuela experimental del Mar nos abrió sus puertas para que podamos conocer cómo se lleva adelante esta experiencia educativa, nueva en Mar del Plata. En un ambiente de armonía, confianza y trabajo, pudimos observar y participar de un nuevo día de clase en una escuela sin aulas, sin bancos, sin sillas, sin calificaciones, y sin filas.
Una comunidad de padres comprometidos, que trabajan en equipo, llevan adelante y sostienen, junto a los maestros, este proyecto educativo.
¡Celebramos una escuela creativa y participativa en construcción!