Continuando su viaje para conocer experiencias innovadoras publicamos otra de las entradas del blog Escuela21. Esta vez se trata de una visita a Reggio Emilia, un municipio al norte de Italia con un modelo de educación y escolaridad que ha impactado en su idea de construir una sociedad donde los niños tengan la autonomía y autodeterminación en la construcción de ciudadanía.

En la década de los treinta, el municipio de Reggio Emilia generó un modelo de escolarización diferente para sus alumnos de Jardín de Infancia y Primaria que hoy ha dado la vuelta al mundo y crece en escuelas21 desde Corea a Australia, cruzando Estados Unidos, la Europa nórdica y con un intenso desarrollo en toda Sudamérica en los últimos años. En la actualidad, el municipio ha crecido con la actividad y propuestas del Centro Internacional Loris Malaguzzi y la red de Reggio Children.

La filosofía reggiana cambió el centro de las escuelas. El profesor no viene a hablar para que le atiendan y le escuchen. Viene, sobre todo, en una actitud de atención a las manifestaciones de sus alumnos. El niño está en la escuela para expresarse y aprender experimentando, produciendo. El núcleo principal de la atención docente es la escucha a la versatilidad de la expresión humana del aprendizaje, lo que Loris Malaguzzi popularizó comolos más de cien lenguajes de expresión de la infancia. Por eso, para lograr la máxima expresión de cada niño se ayudan de tres formas de concebir el espacio: el atelier, la muestra y la documentación.

El atelier es el espacio por excelencia para la experimentación, la investigación y la manipulación. En el atelier se escucha la voz del niño sobre cualquier otra y se otorga libertad en sus procesos creativos. Los alumnos están acompañados por maestros y atelieristas que complementan currículo y expresión en los más de cien lenguajes posibles de expresión en la infancia. El atelier es el espacio de aprendizaje donde se tienden puentes entre la creación artística y los contenidos del currículo.

El atelier es un gran taller abierto, lleno de posibilidades y elementos a disposición de los más pequeños. Una mezcla entre caja de costuras y de herramientas, taller mecánico, vidriera, carpintería o taller de pintura, todo bien batido y a pequeña escala. Con los años, las escuelas reggianas de todo el mundo han desarrollado su propio espacio de atelier para cada aula o nivel. Los atelieres despiertan la expresión y la creatividad encardinados en los contenidos del currículo. Todo contenido curricular está vivo, solo muere cuando usamos herramientas pasivas de presentación que lo sacrifican.

La documentación pedagógica es, al mismo tiempo, el proceso y el espacio creado por los profesores que nace de la escucha a los alumnos. Los maestros documentan los proyectos con imágenes, fotos, anotaciones, vídeos… haciendo viva la evaluación continua y cualitativa.

La documentación configura el espacio que se diseña al documentar el proceso de aprendizaje con carteles, pósters, notas y todo tipo de herramientas, analizando los pasos de cada proyecto. Por eso nunca se encierra en la sala de profesores, sino que se comparte. Con la representación del proyecto en el espacio se facilita la mejora de la práctica docente, compartiendo reflexiones con compañeros, padres y alumnos. La documentación es escrita y fotografiada, dibujada o anotada, filmada o esquematizada. Es el proceso que hace de la evaluación una experiencia de aprendizaje dialógica y participada. En la documentación hay señas vivas del producto final. Convierte todo el proceso en un producto y crea una rutina de reflexión para los profesores. De este modo redescubren los hitos más significativos en la comprensión del contenido curricular. Pero la documentación es también un cuaderno de bocetos para el pintor, la pizarra del físico o el cuaderno de notas del escritor. Es el proceso que permite mejorar los futuros proyectos con los alumnos, calificar de forma continua, demostrar aprendizaje, evidenciar la creatividad y otorgar valor pedagógico a la muestra.

En la muestra el aprendizaje se hace vivo. Es el momento de la revelación compartida por docentes, alumnos y padres. La muestra es el espacio de presentación del trabajo de los atelieres y de los proyectos desarrollados. Un hito que hace de la escuela un taller activo durante el año y un museo compartido en comunidad al final de cada curso. Da valor al aprendizaje y a sus productos y permite enfatizar la importancia de la metodología y el proceso.

La muestra es la organización de las evidencias de aprendizaje, expuestas de forma original y comentadas por los propios alumnos como protagonistas. Porque en la muestra, además de hacer públicos los productos de aprendizaje, tiene lugar otra forma de revelación, la que sorprende a los visitantes en la narración que les guía.

La muestra recupera la voz constructora del aprendizaje en nuestros alumnos. Al visitar la muestra, los niños se reconocen en sus productos y rememoran sus procesos creando un modelo vivo de evaluación, que es además dialógica, comunicativa y calificativa, no tanto punitiva, sino enriquecedora y finalmente, evaluadora. En el diseño de la muestra y en su presentación, el niño ocupa el lugar central. Es artista y comisario, creador y creativo.