“La infancia tiene valor, no tanto como un período de entrenamiento, sino como el período en el que se puede experimentar libremente esa sensación maravillosa de ser nosotros mismos, lo que predispone a aceptar mejor las limitaciones inevitables de la vida adulta.”
(Biasutti)

Publiqué dos diccionarios: uno de ellos, sobre absurdos de la educación; otro, sobre utopías. Como se dice, no hay dos sin tres: haré un diccionario de valores. Y, si todos los diccionarios obedecen el orden alfabético, comencemos por la letra A… de Autonomía.

Hace casi cuarenta años, partimos hacia la reinvención de la Escola da Ponte. No partimos de problemas, sino de aquello que nosotros éramos para aquello que queríamos ser, porque nosotros éramos el problema… Pronto comprendimos que, si re-elaborábamos nuestra cultura personal y profesional, también estaría en nosotros la solución, porque un profesor no enseña aquello que dice; el profesor transmite aquello que és.

En los comienzos del proyecto, realizamos un ejercicio simple: escribimos en un papel los diez valores que orientaban nuestras vidas. Tres valores surgían en todos los papeles: libertad, solidaridad, responsabilidad. Sin embargo, cuando quisimos operacionalizar el valor “libertad”, nos enfrentamos a un obstáculo: no existe una ciencia de la libertad. Esta podría ser enseñada, pero esa enseñanza no pasaría por una didáctica específica, sino por una gramática que explicase las transformaciones. El concepto que encontramos desarrollado en dichos terminos teóricos fue el de “autonomía”, concepto de vasto espectro semántico y con muchos apéndices: autoestima, autoconfianza, autocontrol, autodisciplina…

Autonomía no es un concepto aislado, ni se define en relación a su opuesto – se define en su contradictoria complementariedad con la dependencia, en el marco de una relación social abierta. El concepto de singularidad es cercano, pero se sitúa detrás de la autonomía, porque el reconocimiento de la singularidad consiste en la aceptación de las diferencias inter-individuales, mientras que autonomía es el primer elemento en la comprensión del significado del “sujeto” como complejidad individual. O, como diría Morin, el componente egocéntrico de este complejo es englobado por una subjetividad comunitaria más grande, porque ser sujeto es ser autónomo, siendo al mismo tiempo dependiente. Desde el inició, prevaleció una matriz axiológica bien definida en el proyecto de la Escola da Ponte. Todo aquello que hacemos se sostiene en valores. No se piensa que tales valores fueran mero ornamento de un Proyecto Político-Pedagógico (PPP). Estos fueron asumidos integral y praxiológicamente por el equipo. Y llevados a las últimas consecuencias, en los cambios, que, gradual y responsablemente, introdujimos en las prácticas, hasta la conclusión del primer contrato de autonomía del que hay memoria en el mundo de la educación.

La autonomía se experimenta como producto de la relación. No existe autonomía en el aislamiento, más si en la relación YO-TU, en el sentido que Buber le otorga. Es, esencialmente, con los padres y profesores que el niño encuentra los límites de un control que le permite progresar en la autonomía, que es la libertad de expresión y la experiencia dentro de un sistema de relaciones e intercambios sociales. Conclusión: la autonomía convive con la solidaridad. Un día, recibimos en la Escola da Ponte a un joven expulsado de otra escuela. En su primer visita al baño, el joven orinó en el cesto de papeles. En la reunión de la Asamblea de la Escuela, un alumno pidió la palabra y dijo:

“Yo hago parte de los Responsables del Buen Recreo”, que también cuidan de los baños. Quiero decirles que, en esta semana, uno de nosotros orinó en el cesto de los papeles. Y quiero pedir la ayuda de todos, para ayudar a uno de nosotros a no volver a hacer eso.”