“Cultivando – Educación Viva” se define como un proyecto integral que abarca el trabajo tanto con la infancia como con la adultez. Su intención es acompañar el proceso de transición hacia nuevos modos de entender el aprendizaje y de relacionarse con los niños y las niñas. Inició sus actividades en el año 2015.

Al ir a visitarlos, me recibió Silvina y me acompañó a la sala, donde Ana acomodaba materiales y limpiaba las mesas. Silvina se sumó a ordenar, limpiar y barrer. Me contaron que alquilan ese espacio y que lo sostienen con los aportes de las familias cuyos hijos e hijas van una vez por semana, luego de su jornada escolar formal.

Ana Bellavigna ha trabajado en escuelas estatales como educadora especial y también en el sistema no formal; Silvina Correa ha trabajado con niños y niñas a través el arte y la permacultura, que son sus áreas de formación. Ambas se encontraron en un círculo de estudio donde compartían la lectura del libro Pedagogía 3000, y decidieron materializar juntas un espacio para indagar y crear en conjunto respuestas a las necesidades de las familias del barrio de Villa Pueyrredón en la ciudad de Buenos Aires, que transitan la escolaridad de sus hijos con mirada crítica y cuestionamientos.

Se trata de que, por un lado, los padres encuentran un espacio para pensar juntos la educación de sus hijos e hijas. A su vez, chicos y chicas acceden a una hora y media semanal de juego, fantasía y propuestas generadas por los propios grupos o guiadas por las facilitadoras.

Las lombrices y el compost

Las lombrices y el compost

 

Para los adultos, Cultivando ofrece talleres para compartir experiencias, miradas y vivenciar los principios de la educación viva. Así, padres, madres y demás educadores van tomando conciencia de su rol en el acompañamiento de los niños. En conjunto generan un espacio de contención y observación de las propias creencias, y de cómo repercuten en los niños de hoy.

Para los niños, por ejemplo, funciona “El laboratorio fantástico”, cada día viernes. Los niños y las niñas de 3 a 5 años llegan y eligen libremente su actividad: algunos riegan la huerta y las plantas, otros se hamacan, miran libros, comen frutas o conversan al aire libre.

El día de mi visita, las facilitadoras propusieron reunirse en torno a un frasco con lombrices para observarlas y luego dejarlas en el compost. Después de un rato, chicos y chicas fueron convocados por el títere Porota a pasar al sector intermedio, techado, donde realizaron una ronda de bienvenida, compartieron información y recordaron pautas de convivencia como no pegar, cuidar los materiales y no quitárselos entre sí. Luego, pudieron jugar en la sala con telas, disfraces y material de arte.

Porota

Porota

 

Durante mi visita acontecieron principalmente escenas de juego simbólico, en las que las facilitadoras también participaron. Al acercarse la hora de finalización, ordenaron el espacio entre todos y cada quien eligió un lugar de la sala para armar su refugio y descansar. Con música de fondo, se acurrucaron en rincones, se cubrieron con mantas o se metieron en cajas para descansar y despedir la tarde.

Los chicos y las chicas de entre 6 y 11 años llegaron cuando el grupo anterior ya se había ido, y transitaron la tarde de manera similar. Ya en la sala, llevaron adelante proyectos como “stop motion”, el armado de un libro de seres imaginarios, o cocinaron.

Es así como Cultivando busca acompañar de forma acompasada a padres, madres, hijos, hijas; habilitando, a la vez, una rendija por donde las familias se asomen a pensar, sentir y vivir un acercamiento al aprendizaje de modo diferente: más conectado con las motivaciones internas y el respeto por la voluntad.