Para el año 2005 un grupo de familias en Bogotá decidió fundar un proyecto educativo con las condiciones para que madres y padres estuvieran involucrados en los procesos de aprendizaje de sus hijos. Esta apuesta lleva el nombre de Inti Huasi,se orienta desde la pedagogía Waldorf y actualmente cuenta con más de 100 estudiantes y sus familias.

“Los alfareros auténticos son los que se enamoran del barro y se pasan la vida acariciándolo con los dedos, convirtiéndolo con las caricias en obras de arte, en testimonios humanos, en objetos que conservan siempre el calor de la sangre. Los alfareros como los amantes vencen la resistencia de la tierra amada y sacan de ella el hijo de sus sueños”, Esto lee la maestra mientras ellos y ellas ensimismadas moldean la greda y planean el uso que le darán a sus creaciones

Inti Huasi es un proyecto que varias familias han amasado, moldeado y pintado durante varios años, es el testimonio humano de que el amor moviliza, es la muestra de que los sueños se construyen con  convicción  profunda y compromiso.

En un salón con pocas sillas Lucia narra pausadamente la historia de Inti Huasi.  El deseo de educar con pedagogía Waldorf  a sus hijos nació en el año 1999 cuando ella y un par de personas se encontraron en un grupo de estudio que lideraba la Corporación educativa y social CES WALDORF  en Sierra Morena (Ciudad Bolívar- Bogotá). En  aquel momento ella terminaba sus estudios de licenciatura y realizaba prácticas profesionales, fue allí donde se dio cuenta que la pedagogía Waldorf trascendía su vida profesional y se situaba como una opción de vida.

En la Arenera

 

Ser madres y padres fue el factor común que posibilitó a siete familias dar forma a su compromiso por una educación  que no estuviera aislada de sus convicciones de vida. En 2005 inician la gran apuesta por asumir completamente la educación  de sus hijos e inician un proyecto en  el que Lucia asume el liderazgo – por ser la única madre con formación pedagógica – , las demás madres y padres colaboran desde sus saberes y  posibilidades.

La consolidación de este proyecto no fue nada fácil, estas familias tuvieron que sortear múltiples obstáculos, el auto sostenimiento y la posibilidad de encontrar un espacio físico  propicio para desarrollar la pedagogía waldorf en toda su amplitud fue- y aún es – uno de los grandes retos, sin embargo, el deseo de brindar mejores oportunidades educativas  a sus hijos y consolidar un estilo de vida más solidario con los otros y con el planeta les dio la fuerza necesaria para avanzar.

Espacio para el juego

 

En  el 2007 contaban con 27 familias vinculadas a esta apuesta educativa; el acompañamiento que comunidades indígenas brindaron a este proceso fue significativo, “La pedagogía Waldorf tiene mucho  contacto con la naturaleza y esas familias fueron llegando y hallando su lugar”. Ese acompañamiento indígena coincide con la decisión de construir la fundación, de aquí el nombre Inti Huasi nombre quechua que significa Casa del sol.

Actualmente cuentan con 110 estudiantes y 15 maestras; han logrado encontrar un espacio físico en el que se sienten cómodas pero siguen moldeando el sueño de tener un terreno propio en el que la naturaleza prevalezca y sean pocas las paredes de cemento que los rodeen.

Pedagogía Waldorf

Bogotá tiene poca oferta de educación en pedagogía Waldorf, por eso Lucía y las docentes que participan de este diálogo aclaran la importancia de conocer las expectativas de las familias que se acercan, para ellas, es importante resaltar que no por ser un proyecto alternativo ejercen una pedagogía  libre y con pocas claridades, “no somos una educación en libertad, sino para la libertad, esto implica que yo de niño recibo las herramientas que voy a necesitar para vivir la vida en libertad”, lo cual supone un gran trabajo considerando que somos una sociedad que ha olvidado vivir la libertad y cada vez se hace esclava de las novedades tecnológicas, financieras, etc.

Ellas están convencidas que el sistema convencional se está quedando corto para  las expectativas de las nuevas generaciones que demandan respuestas y acciones concretas de transformación, que cuestionan y no toleran las incoherencias, generaciones solidarias con los demás seres vivos. Las marcas de su historia también las han convencido  de la educación como  proyecto familiar.

Una de las grandes fallas de la educación tradicional ha sido desligar la práctica educativa de la vida familiar y comunitaria; la educación no solo es para los niños y niñas, también para los adultos, por eso han construido varias dinámicas dirigidas a que las transformaciones que se generan en el colegio trasciendan, entre esas estrategias se encuentran: visitas domiciliarias, asesoría de procesos de alimentación y recreación, incentivan a las madres y padres a trabajar en las historias de vida personal y familiar y a generar espacios que posibiliten otras disposiciones para la crianza.

 “La educación más que un sistema que encierra a la escuela, es una apertura al trabajo individual de autoeducación, de reconocerme, de saber cuáles son mis falencias, cuáles son mis habilidades, cómo logra alcanzar un equilibrio”.

Para Inti Huasi la educación es parte de la individualidad, tiene que ver con ¿cuál es nuestra tarea personal y cómo queremos trabajar en esa tarea? Para ello Lucia se refiere al baúl de la vida como el recipiente que “contiene los principios que padre y madre entregan a su hijo para que se mueva por la vida como se tenga que mover”.

La reflexión colectiva es fundamental

Las maestras- madres de Inti Huasi se reúnen todos los jueves en la tarde a compartir, reflexionar y estudiar;  este grupo de estudio es el espacio en el que la práctica se alimenta de la academia, la ciencia y las otras experiencias. Sus prácticas  se resignifican como un momento  “sagrado” porque recuerdan el compromiso constante por seguir conociendo, aprendiendo, cuestionando y leyendo la  vida . Esta dinámica de grupo de estudio  las mantiene conectadas con sus raíces (aquel grupo de estudio que en 1999 sembró la incomodidad con la pedagogía tradicional y la atracción por la pedagogía Waldorf).

Para que los demás padres y madres se vinculen a este proceso de manera intensa y contribuyan a su crecimiento  existe también una escuela de padres que se reúne mensualmente, su fin es que conozcan más sobre esta pedagogía, aprendan sobre los procesos de aprendizaje de sus hijos e hijas y sean conscientes de su rol en ese proceso; las familias encuentran en la pedagogía Waldorf  un cambio de educación y de crianza, y poco a poco van comprendiendo los estilos y hábitos de vida que se tejen alrededor de esta pedagogía.

Algunas familias llegan pidiendo ayuda porque sus hijos no encajan en el sistema convencional y en una búsqueda desesperada creen encontrar en Inti Huasi la solución.  Este espacio no cierra las puertas pero si exige de los padres el compromiso y disposición necesarios para favorecer el desarrollo de los niños.

Tal es el  caso de Laura, una madre joven que conversa conmigo mientras espera a su hijo Nicolás,  un niño diagnosticado con intelecto superior que a sus 6 años ha sido expulsado dos veces del colegio y conoce ciertamente  el rechazo de docentes que no soportan su forma de ser. Laura no duda en afirmar “lo importante es que él sea feliz y la pedagogía tradicional no permite eso”.

Para ella fue importante encontrar una institución que la acompañara en el proceso de educar a su hijo, Inti Huasi y la pedagogía que usa para ejercer la educación ha significado para ella ponerle fin a la exclusión escolar Ella resalta de esta pedagogía el respeto por los ritmos de aprendizaje de cada niño; su deseo como madre no es que su hijo sea un genio sino que sea feliz “muchos de los colegios se enfocan es  en que aprendan a leer y escribir desde  preescolar, y uno no entiende ¿cuál es el afán?  Si finalmente es la infancia de los niños, es un momento que uno no puede repetir, para el conocimiento formal habrá tiempo”.

Los ritmos de la vida, son los ritmos del aprendizaje.

Respetar los ritmos de la vida y los ritmos de la infancia es un gran paso que dan los padres y madres que desean ofrecer mejores alternativas educativas a sus hijos e hijas.

“Nosotros estamos en el hilo, entre lo formal y no formal, pero nos regimos  por lineamientos de la pedagogía waldorf, en este sentido no hay horarios sino ritmos, un ritmo anual, mensual, semanal y diario”.

Los ritmos de Inti Huasi están en sintonía con los ritmos del planeta. La tierra vive 4 momentos naturales universales, ahora acabamos de vivir el solsticio, tiempo que el universo destina a la siembra, es el momento propicio para transformar, dirigir las intenciones y deseos y emprender acciones que los materialicen.

Por estos días, la comunidad termina su periodo de re-adaptación (tiempo destinado para  que los niños integren el fin de las vacaciones y retomen la dinámica del colegio)  y se dispone a trabajar el tiempo de la siembra. En este tiempo, la comunidad se dispone a aprender sobre la naturaleza, la importancia de las plantas, del trabajo de la tierra y de los tiempos de la vida. Los niños del maternal ayudarán a preparar el terreno y buscar las piedras, los más grandecitos cavarán y  sembrarán las semillas, la comunidad entera día a día realizará los cuidados necesarios para que las lechugas y vegetales crezcan y puedan llevarse finalmente a la mesa.

Cada 4 o 5 semanas  hay cambio de temas, los niños y niñas lo notan porque la decoración de los salones cambia, hay nuevos juegos de palabras, las rondas cuentan nuevas historias, el ambiente está dispuesto para un cambio. Este es el ritmo mensual, el que marca las temáticas principales.

El ritmo semanal  es el que da paso a los encuentros artísticos, los encuentros con la lengua extranjera y la clase principal. Finalmente y no menos importante está el ritmo diario, este marca los pasos entre la concentración y la expansión y esta determinado por la etapa evolutiva en la que se encuentran las niñas y niños.

Para la pedagogía Waldorf las necesidades orgánicas de cada etapa evolutiva son fundamentales en los procesos de aprendizaje armónico, se aprende con el cuerpo y por ello, es el cuerpo el que marca los ritmos. En la primera infancia  (0 a 7 años) el cerebro está  ocupado mandando información a los riñones, pulmones, corazón etc, saturarlo de información académica implica poner una tarea adicional que el cerebro está en toda la capacidad de cumplir  pero no favorece el equilibrio en el Ser Humano.

A medida que las niñas y niños van creciendo van adquiriendo y construyendo las herramientas necesarias para expresar su creatividad, su pensamiento y sus deseos, van desarrollando habilidades artísticas, investigativas, analíticas, etc. En este proceso el cuerpo, la mente y el espíritu aprenden constantemente sin necesidad de logros e indicadores que pretenden dar cuenta de lo aprendido.

En un ejercicio reflexivo, Inti Huasi considera que aún no abarcan todos los planteamientos de la pedagogía Waldorf, reconocen que ellas también están en un proceso de constante aprendizaje, proceso que parece inacabable y trae consigo grandes satisfacciones y retos.

Actualmente han iniciado un proceso de acompañamiento con la Secretaría de educación Distrital SED en busca de consolidar su deseo de ofrecer un proceso educativo completo (primaria, bachillerato) en el marco de lo que podría llamarse legalidad sin que tengan que sacrificar o renunciar a los pilares de la pedagogía que las moviliza.  También han empezado a construir red con otras iniciativas similares, acompañan por ejemplo un proceso reciente de pedagogía Waldorf para la primera infancia que se desarrolla en el barrio Modelia- Bogotá.