Camino, activista de Reevo, nos cuenta del Centro del Amanecer, un espacio educativo en el Valle de Tumbaco, Ecuador que trabaja la educación especial desde la no directividad y la educación activa.

Entre la crisis educativa que está sufriendo Ecuador (intervención del Estado con la finalidad de cambio en las escuelas alternativas y creación de las llamadas Escuelas del Milenio), el CDA (Centro del Amanecer) sigue adelante desde 1993 con el objetivo de ofrecer a la población del Valle del Tumbaco (noreste de Quito, Ecuador) una educación totalmente diferente a la que se puede encontrar en una escuela convencional.

Junto con Germán Doín, tuve el placer de visitar la escuela Centro del Amanecer una mañana de diciembre de 2013, donde nos dieron la bienvenida cuarenta brazos abiertos y cuarenta pequeñas sonrisas.
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Actualmente, la escuela cuenta con 40 niños y niñas de 4 a 15 años de edad, pero en su día llegaron a tener hasta 90 alumnos inscritos. El director de la escuela, nos cuenta que hoy por hoy, las familias tienen temor a inscribir a sus hijos en este tipo de escuelas por miedo al “qué dirán” o por no creer en ellas. Miedo, que se disipa en cuanto conocen la escuela. Rafael, fundador de la escuela nos cuenta que el CDA fue regularizado por el Ministerio de educación como especial en 1993 y siempre hizo inclusión e integración, y aclara que hoy en día todas las escuelas y colegios del Ecuador deben hacer inclusión.

Tres profesoras/maestras, voluntarios de diferentes países como Alemania y España y, lo más importante, padres y madres de familia, se coordinan a través de turnos para acudir al centro. Cada mañana una madre o padre acude al CDA para desarrollar un taller de carpintería, jardinería, informática, contarles una historia a un grupo de niños o simplemente, acompañar donde sea necesario.

Solar de juegos

El espacio se compone por tres aulas octogonales, una para cada nivel desde los pequeños a los más grandes (infantil, 6 a 9 años y 10 a 14). Además, cuenta con una casita donde está ubicada la secretaría, el aula de profesores y la biblioteca. Rafael nos cuenta que todos los espacios y construcciones han sido construídos con la ayuda de jóvenes voluntarios. Durante todo el año existe un espacio para la integración del voluntariado, que es uno de los pilares del proyecto. Durante

Regando el huertoPero lo llamativo del centro son los grandes espacios verdes donde los niños juegan y crecen. Una huerta ecológica, un parque de juegos, la zona del compostero, la carpintería al aire libre, la cama elástica o el enorme cajón de arena son algunos de los espacios preferidos de los chic@s.

Nada más al llegar, nos encontramos con los más pequeños plantando, en un nuevo espacio-jardín, algunas flores. Y es que nadie les decía cómo o dónde hacerlo, ellos ya lo sabían. Y es que estos niños han nacido en un contexto rodeados de naturaleza y no de Play Station. Un contexto que aman y del que se sienten orgullosos.

Todos los días cogen su regadera y ponen rumbo a la huerta, libremente, de forma individual o en grupos, en el momento que les apetece, para regar y ojear cómo sus plantas van creciendo, al igual que lo hacen ellos.

Ronda de Lectura

Los materiales, la mayoría diseñados por los profesores, padres o por los alumnos mismos, están adaptados a sus necesidades. Se trata de materiales tipo Montessori: juego simbólico, materiales sensorio-motrices, de lecto-escritura, donde los niños, de forma autónoma eligen qué, cuándo y cómo aprender de forma autodidacta. ¿Y si no les gusta? ¡Pues se adapta y se modifica hasta que el niño crea que así es como mejor aprende!

El respeto hacia los demás, el cooperativismo y el auto-aprendizaje son los pilares de esta escuela. El CDA nació y se mantuvo como un proyecto de educación especial con una pedagogía activa y no directiva, donde se recibe a todos los niños. Una escuela que lucha por la inclusión y donde en un mismo aula se hayan realizando una misma actividad o varias, niños de 4 a 10 años, con necesidades educativas especiales o sin ellas, con problemas sociales o problemas afectivos, con ganas de innovar, de jugar y de compartir o de jugar solos. Los más grandes hacen de profes ayudando a los más pequeños y, los pequeños, a cambio, aportan sus sueños y ganas de jugar. Un espacio de co-educación y co-aprendizaje.

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El papel del educador, maestro, profesor, padre, madre, o como se le quiera llamar, es de guía, de acompañante del aprendizaje. Es quien propone actividades si cree que el niño necesita un “empujón”, quien equilibra las áreas de conocimiento del niño y quien adapta los espacios y materiales a éstos.

En resumen, una escuela formal, no-directiva, activa, inclusiva, alternativa al sistema tradicional, sin ánimo de lucro y con una gestión socio-comunitaria, que cree en el cambio a través de iniciativas como la suya. Cree en un mejor sistema educativo para el Ecuador y lucha por ello.