En la ciudad de Cabo Frío , Brasil, existe una escuela que orienta sus enseñanzas hacia procesos ecológicos, agrónomos y medioambientales, para satisfacer las demandas de los futuros trabajadores del campo. Nelson de Araujo llegó hasta allí para contar cómo funciona este laboratorio de aprendizaje.

Cuando se piensa en la ciudad de Cabo Frío, en la Región de los Lagos, en el Estado de Río de Janeiro, la primera cosa que viene a la mente, son sus lindas playas con agua cristalina y arena blanca.

Poca gente sabe que en ese municipio existe una inmensa zona rural que sufre a causa de la expansión urbana y de la presión de la especulación inmobiliaria. Surge así la necesidad de generar posibilidades para retener a los jóvenes, (cada vez más seducidos por las “luces” de la ciudad) en el campo, a través de la valorización y capacitación de las actividades y del trabajo rural. Para suplir esa demanda, la Escuela Agrícola Municipal Nilo Batista fue creada en 1996, con la intención de atender y calificar a los futuros trabajadores del campo del 2º distrito del Municipio de Cabo Frío.

La Escuela posee una currícula enriquecida. Además del grado regular, los alumnos de Educación básica (6º a 9º año) estudian una disciplina llamada Educación Socioambiental, que tiene como objetivo trabajar los primeros conceptos ligados a esa temática. Ya la Educación media funciona como un curso técnico en agropecuaria volcado a la producción agrícola y tiene disciplinas en las áreas de paisajismo, administración rural, máquinas agrícolas, producción, medio ambiente, turismo, entre otras.

La Escuela es equipada para funcionar como un gran laboratorio para los alumnos. Posee huerta, vivero, gallinero, establo, corral, lagos para criar peces y una cocina experimental donde los productos agropecuarios son procesados y los alumnos aprenden a producir detergente, jabón y diversos tipos de alimentos. Esos productos son vendidos para la comunidad del entorno de la Escuela y son fundamentales para sustentar el curso técnico, dado que éste no recibe recursos de la prefectura para la compra de equipos.

Con cerca de 1000 alumnos, la escuela es formada por una mezcla de moradores del 2º distrito de Cabo Frío con estudiantes de otras localidades con interés de formarse en el curso técnico para hacer en el futuro una facultad en el área agrícola, además de atender buena parte de las comunidades quilombolas (descendientes de esclavos africanos que viven en comunidades remanentes), existentes en la región.

Tristemente la mayoría de los alumnos después de formarse, no consigue empleo en el área. Según el profesor de Geografía, Honorio, eso ocurre debido a las falta de un mercado de trabajo estructurado para absorberlos en la región, pues el trabajo en el campo todavía es muy artesanal y con técnicas todavía muy rudimentarias.

Puntos que más llamaron mi atención en la visita:
– El orgullo de los funcionarios al trabajar y mostrar la Escuela.
– La diversidad de la producción del curso técnico.
– La búsqueda de la auto-sustentabilidad económica del curso técnico.
– El interés en desarrollar las tres dimensiones de la sustentabilidad: la ambiental, la sociocultural y la económica.