Tathyana Gouvêa expone diversos proyectos donde se configura e interpreta la escuela más allá de la arquitectura tradicional. En su relato toma como ejemplo algunos proyectos educativos que comienzan a reinventarse desde los entornos naturales y las herramientas tecnológicas.
¿Qué nos dicen las silenciosas configuraciones espaciales? ¿Qué relaciones y vivencias permite y fomenta cada lugar?.
La escuela tradicional, ya bien estudiada, incluso por Foucault en Vigilar y Castigar, está caracterizada por aulas y pasillos. Cualquier cambio real al modelo escolar actual implica necesariamente un cambio de este espacio. Por eso, nuevos proyectos educativos en Brasil comienzan a esbozar alternativas integrando los entornos naturales y las herramientas tecnológicas. Es así que las escuelas comienzan a reinventase con los nuevos escenarios de aprendizaje.
A nivel internacional existen ya muchos ejemplos, empezando por las escuelas diseñadas por el propio Rudolf Steiner (véase Una Introducción a la arquitectura en las pedagogías alternativas. ), donde las aulas no son cuadrados o rectángulos y tampoco se componen de pasillos, ya que toda la planta sigue un camino más orgánico.
También hay edificios, ‘arquitectura verde’, sostenible o incluso técnicas con amplios espacios unidos con otras soluciones arquitectónicas diferentes a las tradicionales. Estas nuevas construcciones valorizan la luz natural, la amplitud de miras, y recalifican los espacios de transición antes excluidos. Estos espacios de transición están recibiendo más atención y nuevas formas de intervención, siendo la más importante la de crear un espacio de encuentro, socialización y difusión de las diferencias entre los niños. Así pues, esta transición se convierte en un espacio que promueve la integración y enseña los principios de la vida en sociedad.
Ahora bien, en Brasil estamos observando cómo se conciben las nuevas formas de apropiarse del espacio. Algo que ha venido facilitando este proceso reside en que hay pocos edificios y esto permite diversos enfoques proyectivos.
Por otro lado, la naturaleza ofrece otra alternativa en los espacios cerrados, además permite múltiples formas de interactuar entre los niños y promociona el contacto con varios elementos en sus diversos ciclos, tanto en el campo científico y formal, como en otros órdenes. En este caso están las experiencias de escuelas de niños, tales como Te-Art, Casa Redonda y “Vivendo e Aprendendo”, que a veces se conocen como “escuelas-pátio”.
No obstante aunque en las escuelas existan espacios cerrados, no se consideran aulas, por el contrario, se viven como habitaciones para la lúdica, el baile, la cocina, la música y la socialización. Ahora bien, esto se ha venido ampliado en las escuelas ubicadas dentro de comunidades, como la Escuela Libre Inkiri ubicada en la Comunidad de Piracanga.
En otras escuelas vemos un enfoque muy distinto. Las escuelas que se encuentran inmersas en los desafíos tecnológicos se están enterando de los cambios frente a la pedagogía del maestro que desde la pizarra enseña a los alumnos. Un buen ejemplo de este enfoque en Brasil es el Gimnasio Experimental de Nuevas Tecnologías de la Educación, una escuela municipal en Rio de Janeiro que ha asumido su responsabilidad educativa, apoyada desde los recursos tecnológicos y brindando un panorama más amplio a los estudiantes para concebir la escuela como un espacio más dinámico.
La escuela municipal de São Paulo Amorim Lima también ha desarrollado un modelo que permite otra configuración de las aulas. Trabajando con secuencias de actividades, los estudiantes se organizan en grupos pequeños en un “salón”, formado por la ruptura de las paredes de las habitaciones antiguas.
Ya en escuelas como Ancora y Politeia hay espacios que se utilizan de diversas maneras durante el tiempo en que el niño está en la escuela. En el Ancora, por ejemplo, los niños aprenden forma individual, en grupos o con un maestro, aprovechando la variación de espacios y de actividades. Las clases de circo, por ejemplo, siempre se llevan a cabo en el mismo lugar, sin embargo los tutoriales pueden suceder en el jardín, en las aulas o en cualquier espacio. Por otro lado los estudios “silenciosos” ocurren en la biblioteca o en las zonas más tranquilas de la escuela, que varía de acuerdo a la dinámica de cada día.
En la escuela Politeia se permiten varios momentos de juego libre y las actividades dirigidas por los maestros también ocurren en los alrededores. Frente a las actividades propuestas por cada profesor, el grupo de maestros negocia la distribución de los espacios cada semana.
Así mismo, otra fuerte ruptura de los espacios de aprendizaje tradicional es el proyecto del “barrio-escuela” o las comunidades de aprendizaje, donde los estudiantes se apropian de los espacios más allá de la escuela. Además, alternativas como las utilizadas por las familias (Homeschooling) que desde casa amplían las experiencias educativas aprovechando museos, teatros, parques y clubes, permiten evidenciar los cambios por los que transita la educación.
El cambio en el ambiente de la escuela es esencial para un cambio pedagógico más profundo. Al mismo tiempo puede ser una herramienta para deconstruir los viejos hábitos y las relaciones de poder y conocimiento.
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