De Vallei es un espacio que fomenta el aprendizaje de niñas y niños a través del fortalecimiento de la autonomía para la toma de decisiones y de los vínculos afectivos con sus padres. Diego, Diana y Jara los encontraron en su travesía en bicicleta por Europa en busca de experiencias educativas no convencionales.

No verás estudiantes con gesto aburrido, puertas que se cierran o abren solo cuando suena el timbre, ni profesores dictando clases magistrales. Pero lo que sí puedes encontrarte en De Vallei es a cualquier niña o niño sentado en la mesa de la directora, usando el ordenador, mientras otros corren por el jardín o leen cómics en un sofá. Si escuchas atentamente quizás llegues a oír un piano que suena en algún rincón. En esta escuela cada alumno tiene voz en las decisiones que le afectan, es responsable de seguir las normas que entre todos han decidido, y saben que los adultos no están ahí para imponer ni para juzgar, sino para acompañar y ayudar.

Extraído de la página https://basisschooldevallei.nl/

De Vallei, como tantas otras escuelas democráticas, nació de la iniciativa de un grupo de familias, impulsada por Maaike van Mourik, su actual directora. Como madre, Maaike buscaba sobre todo un lugar donde sus hijos pudieran aprender a su propio ritmo, sin presiones y respetando su individualidad. Empezó en su casa, con un pequeño grupo de niños y niñas entre los que estaban sus dos hijos. Hace casi diez años desde entonces, y hoy la escuela –que ha pasado la inspección del ministerio de educación y recibe financiación estatal– cuenta con unos cincuenta estudiantes de entre 3 y 14 años, que pueden relacionarse entre sí (y con los adultos) sin barreras de edad o de nivel: en las escuelas democráticas los alumnos no están separados por cursos, lo que tiene incontables beneficios para su aprendizaje intelectual y social. [1]

Extraído de la página https://nl.pinterest.com/DeVallei/

Dándonos una vuelta por la escuela vemos una sala comunitaria donde niños y adultos comen juntos, charlan, leen… Hay también un taller de carpintería y bellas artes, un aula de música, y una sala de juegos para los más pequeños. Regularmente acuden a De Vallei personas (algunas de ellas son madres o padres de alumnos) que comparten con las niñas y niños sus conocimientos y su pasión por actividades que van desde la alfarería hasta el mundo empresarial. Maaike nos explica cómo en esta escuela el aprendizaje de contenidos no es tan relevante como el aprendizaje de lo que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) denomina “Habilidades y competencias del siglo XXI”: aprender responsabilidad, pensamiento crítico, iniciativa, resolver problemas, enfrentarse a situaciones nuevas, aprender habilidades sociales y comunicativas, encontrar y seleccionar información, descubrir talentos propios e intereses y ser autodidactas. Aprender, en definitiva, a ser personas capaces de vivir su vida por sí mismas.

En De Vallei no hay clases obligatorias, por el contrario las niñas y niños pueden elegir entre tres formas de aprender:

1) El juego libre (una actividad espontánea, sin planificación ni objetivos previos, y cuyos resultados se ven a posteriori)

2) Descubrimiento

3) Destreza (estas dos últimas responden a una planificación previa, aunque se diferencian en que en el descubrimiento el proceso es más importante, y en la destreza lo primordial es el resultado).

Extraído de la página https://nl.pinterest.com/DeVallei/

Extraído de la página https://nl.pinterest.com/DeVallei/

Los niños que eligen aprender por destreza tienen que saber de antemano qué quieren lograr, y deben asumir la responsabilidad de asistir a las clases necesarias hasta que alcancen ese objetivo. En este proceso los adultos actúan como facilitadores, y cada uno de los asistentes cuenta con un “mentor” que facilita el apoya a lo largo del curso.

Hemos pasado varias horas con Maaike conociendo una escuela donde la libertad es un requisito –como no puede ser de otra manera– para el aprendizaje de la responsabilidad. Pero esta responsabilidad no parece pesar a nadie: niños y adultos conviven en un ambiente amigable en el que se oyen risas, y en algún lugar un piano. Nos acercamos: un adolescente interpreta una melodía clásica;es autista. Sin embargo aquí, donde cualquier momento es bueno para una clase de música, eso importa mucho menos que la sensibilidad de este chico que acaricia las teclas.

Extraído de la página https://nl.pinterest.com/DeVallei/

Extraído de la página https://nl.pinterest.com/DeVallei/

[1] Al respecto podéis consultar el informe de Roser Boix Algunas reflexiones sobre el valor pedagógico del aula rural, así como el de Peter Gray (en inglés) titulado The Special Value of Children’s Age Mixed Play.