Luego de ver la Educación Prohibida Xabier llegó hasta la Casa Waldorf Mirari en el norte de España, para conocer cómo funcionan las escuelas que proponen métodos de enseñanza alternativa. En su visita descubrió que el acompañamiento de los padres hacia sus hijos y las actividades lúdicas son dos de los propósitos escenciales para el aprendizaje íntegro de los estudiantes .

Hace menos de un mes, y después de ver el documental “La educación prohibida”, consideré interesante visitar algunos de los centros de educación libre que están empezando a florecer por la zona de Bilbao, en el País Vasco, al norte de España. Así podría conocer de primera mano cómo se plasma en la realidad este tipo de educación alternativa que tanto llamó mi atención.

Tras recibir desde Reevo.org un listado de los distintos centros que hay por esta zona, contacté por teléfono a Valentina, la educadora y creadora de la Casa Waldorf Mirari. Ella, aunque es de origen ruso –país en el que ya ejerció como educadora Waldorf durante 16 años- lleva varios  años afincada en las cercanías de Bilbao, donde ha recuperado la actividad que desempeñaba en Rusia como educadora. Mi impresión es que conoce muy bien la pedagogía Waldorf. Habla bien castellano, aunque con un ligero acento. Creo que el idioma no es ninguna barrera, aunque el hecho de que no hable vasco la limita mucho a la hora de conseguir más niños (muchos padres prefieren que se les eduque a sus hijos en vasco o de manera bilingüe).

La Casa Waldorf Mirari se encuentra en el barrio de Laukariz, en el municipio de Munguía, a unos 15 km de Bilbao, en un entorno precioso, rodeado de campo y con lejana vista a los montes que bordean  la zona. El espacio corresponde a la lonja de un chalet, el cual ha sido acondicionado, de manera que hay un hall amplio por donde se accede al espacio central (en este espacio  se desarrollan las actividades que no son al aire libre), de unos 50 m2. Es un espacio diáfano,  en el que hay bancos,sillas abundantes y una enorme mesa central que se usa para que los niños pinten o tomen su merienda.

Afuera hay un jardín amplio de otros 80 m2 con un arenero, una hamaca colgada y un huerto cubierto de unos 30 m2. La sala central permite el ingreso a comodidad de aproximadamente 14 o 15 personas. La Casa Waldorf Mirari lleva funcionando poco tiempo.En la actualidad se reúnen sólo 2 horas (Martes de 5 a 7), aunque tienen previsión empezar como jardín de infancia en el horario de la mañana, después del verano.

A mi llegada me sentía un poco desorientado al no saber qué era lo que iba a encontrar en mi primer contacto con el mundo de la educación infantil. Así que una vez hechas las presentaciones con Valentina, ella me mostró cómo está compuesta la casa y sus alrededores, el jardín, el huerto y la amplia sala donde se realizan las actividades, que incluye una pequeña cocina y hasta un horno tradicional.

Minutos más tarde, luego de caminar por los alrededores del lugar llegaron los verdaderos protagonistas: los niños. En la actualidad el centro cuenta con un grupo de 5-6 niños que acuden regularmente los martes de 5 a 7 de la tarde, aunque para el próximo “curso”, en otoño de 2014,se espera contar con un grupo de mayor número para funcionar como jardín de infancia.

Con absoluto desconocimiento acerca de la educación Waldorf y sin más referencia que lo evidenciado en el documental “La educación prohibida”, logré sorprenderme desde el inicio de la actividad. Mientras los niños jugaban libremente, los padres se dedicaban a hacer manualidades. Madres y padres estaban presentes para participar del encuentro y acompañar el desarrollo de sus hijos en los procesos de pintura, juegos, merienda y demás. No obstante siempre fueron los niños los gestores de las decisiones para encaminar su aprendizaje. los padres no interferían en las decisiones y manifestaban tener confianza en el criterio de los docentes.

Por otro lado llama la atención la variedad cultural. Hay una estudiante de madre checa y padre catalán que aprende simultáneamente dos idiomas. Así mismo hay niños quienes sus padres les hablan en inglés, y otros en castellano o vasco.

Valentina usa distintos tipos de materiales: a veces lana cardada; otras veces papel de seda; o ceras para hacer dibujos. En ocasiones junto a los niños hacen pan o asan castañas, todo depende de la temporada del año en que se sitúen. En mi caso me encontré con la actividad de lana cardada para hacer muñecos. Mi sorpresa en este caso se convirtió en un pequeño atisbo de miedo cuando descubrí que tenía que unirme al grupo de padres que elaboran los muñecos de lana. La falta de costumbre de emplear mis manos para elaborar cosas me hizo sentir torpe y un tanto perdido. Poco a poco y orientado por los padres fui terminando con bastante alegría una muñeca. Después pasamos a la actividad de pintura, donde fueron los niños más pequeños los protagonistas, y así, cantamos, jugamos a escenificar acciones, merendamos y terminamos la sesión con una representación de un cuento usando los muñecos de lana.

Posteriormente volví un segundo día acompañado de una amiga y su hijo de año y medio, quienes estaban interesados en conocer más acerca de este tipo de educación. Esta vez, aparte de las actividades descritas anteriormente, aprovechamos parte del tiempo para sembrar caléndula y jugar en el arenero.

La impresión que he tenido es que se trata de un lugar muy acogedor, rodeado de naturaleza, con mucha luz y aire libre, especialmente preparado para el disfrute de los niños. Con ello es de esperar que, en la medida en que vaya realizándose una actividad más regular como jardín de infancia, se creará un espacio perfecto para el crecimiento integral de los niños. ¡Ojalá volviera a ser niño para difrutarlo!