Jose Luis Tami, activista y miembro del equipo de Reevo, se adentró en la Selva de Darién en el norte extremo de Colombia. Allí vivió durante 6 meses en el pueblo de los Tule y fue testigo de las tensiones creativas que se viven entre las formas de aprendizaje autóctono, la escuela formal-estatal y la resistencia de la comunidad frente a la violencia y el exterminio.

Los pueblos originarios en América Latina y en especial los Kuna-Tule del Chocó (Colombia), han sido eje de fuertes intervenciones por causa de actores armados, grupos ilegales, fuerza pública, y agentes estatales, que han ocasionado la progresiva y paulatina disminución de los miembros de la comunidad, de sus creencias y saberes ancestrales, imponiendo nuevas formas de vida tanto en los modos de concebir el mundo como en los modelos y formas de situarse.

En el año 2012 el pueblo Tule de Makilakuntiwala ubicado al noroeste, en la región del Pacífico colombiano, a escasos kilómetros de la República de Panamá, se componía por alrededor de 600 miembros quienes aún sobreviven y se dedican a la caza, la pesca, la siembra de yuca, plátano, cacao y una diversidad de frutas y hortalizas. Sin embargo, en el presente sus tierras, junto con sus miembros se continúan reduciendo a causa de los fuertes enfrentamientos que subyacen alrededor. Muchos de sus pobladores se han visto en riesgo de extinción por lo cual optan de manera separada migrar hacia pueblos y ciudades donde en ocasiones son fuertemente discriminados

Mujeres Tule

Mujeres Tule

Nuestra Tierra, Nuestra Casa

Era enero del 2012 y yo atravesaba desde Turbo (Antioquia) las aguas del Golfo de Urabá montado en una panga de doble motor. El conductor del pequeño bote manejaba en zig-zag para no chocar con los inmensos troncos encallados en el agua, mientras con  notable calma nos adentrábamos en las espesas selvas del Darién. A pocos kilómetros estábamos bordeando el Río Atrato, y horas después pisábamos de nuevo tierra firme; estábamos en el Departamento del Chocó, en el Municipio de Unguía.

Dadas las circunstancias de los caminos rocosos y ensopados de fango y tierra roja, el desplazamiento a pie desde Unguía al Resguardo Indígena Tule se hizo largo.El camino se transitaba lento y en silencio. Alirio nos estuvo esperando en el pueblo y ahora tomaba la delantera para indicarnos por donde transitar y de qué manera hacerlo bien. Él era el primer Tule que conocíamos y, aunque hablaba poco, nos expresó amabilidad para llevarnos a su resguardo que de ahora en adelante y por los próximos seis meses sería nuestro hogar.

El Resguardo indígena de Makilakuntiwala (Río que corre derecho), en otrora no tenía cercos ni límites, pero ahora está “encerrado” por el dominio de grandes terratenientes y las pugnas de poder entre diversos sectores. Cuando llegué a  tierra Tule me encontré con un escenario lleno de vida, de paisajes verdes, de cosechas infinitas , de amplios caminos por recorrer, y  de gente amable y  luchadora por mantener viva la identidad de su pueblo.

Allí mismo donde conviven exóticos animales salvajes, algunas especies en vía de extinción, siembras interminables de cacao y plátano, varios ríos importantes, y una frondosas selva con pastizales aún no pisados por el hombre, y que algunos conocen como el segundo pulmón del mundo (luego del amazonas) , también están los Tule con sus casas hechas de fique, madera y hojas de plátano. Cada casa es muy parecida entre sí, con excepción de la escuela primaria, compuesta por tres salones levantados en tejas de zinc y cemento.

A este espacio llegan de lunes a viernes más de 50 niños a las seis de la mañana para asistir a su jornada escolar. Los salones se dividen y algunos juegan en la cancha mientras otros atienden el llamado de los maestros que con la pluma y el marcador escriben sobre el tablero. La escuela está financiada por el Gobierno Nacional y por ende es necesario regirse bajo los parámetros estipulados de la educación formal.

A partir de la constante relación con sus miembros, con los niños, y especialmente con el rector de la escuela Edgar Ramírez, convenimos en compañía de otros dos  colegas:  Ángela Velandia y Enrique Chaparro, elaborar un proyecto mancomunado de actividades lúdico-recreativas, con propuestas múltiples para  repensar los intereses innatos de los niños, respecto de la educación recibida. Esta iniciativa dio origen al proyecto “Nuestra Tierra Nuestra Casa”, una construcción colectiva de actividades en un período de seis meses, que concluyó dejando en evidencia la importancia de rescatar saberes tradicionales, prácticas difusas y altamente olvidadas en el presente por los niños y algunos adultos. Las actividades abordadas abrieron campos inexplorados anteriormente como lo fueron:

  • Uso de palabras, verbos y adjetivos para objetos que ya no poseen definición en la lengua madre.
  • Recuperación de algunos mitos y fábulas
  • Caminatas ecológicas para la recolección de residuos y su correcto desecho
  • Actos de pintura y elaboración de murales conociendo la fauna y flora de la región
  • Talleres de cartografía social dentro de lo que hoy delimita su territorio.
Los niños hacen cartografía social

Los niños hacen cartografía social

Cada abordaje fue propiciado por los niños en los espacios que competen a su territorio. Las clases se trasladaron de las aulas a los prados y las cursadas de ciencia se modificaron por caminatas ecológicas guiadas por los maestros conocedores que enseñaban los beneficios de algunas plantas y sus poderes curativos. Otras  cursadas  se compartían con trabajos de cartografía social  para que los niños se situaran en su terreno, conocieran la ubicación de  sus casas y sus sitios sagrados,   y para que comprendieran  las dimensiones de lo que ahora hacía parte de su territorio. También junto a ellos se edificó un centro de acopio para el desecho de residuos, siendo los niños quienes enseñaban en sus casas la forma de separar latas, botellas, vidrios y plásticos. Así cada actividad era compartida dentro del espacio escolar.

Por otro lado fue valioso contar el apoyo de los jóvenes, niños y adultos para construir un diccionario Tule-Español, dado el interés que se problematizó en reuniones internas respecto al uso de palabras mal empleadas o sin uso, en el lenguaje juvenil e infantil. Gracias a las discusiones y planteamientos formulados por los mismos asistentes se diseñó un trabajo mancomunado de revitalización  del lenguaje materno, el cual esperamos algún día pueda ser publicado

Elaborando el Glosario

El desafío de la formación continúa.

En el año 2012 la educación escolar para las niñas y niños  Tule de Makilakuntiwala, solo llegaba hasta el grado 6°. En nuestra estadía  pudimos evidenciar que una de las mayores problemáticas se presentaba frente a la discontinuidad de la formación secundaria para los alumnos que conseguían llegar al grado sexto y no podían continuar con los procesos educativos. Gran parte de los niños abandonaban  su proceso de formación debido a múltiples circunstancias como lo son:

  • Necesitan dominar una lengua diferente, el español, sobre la cual muchos tienen dificultades
  • Poco interés en aprender religión cristiana
  • Bases endebles en la formación de materias relacionadas con las ciencias exactas.
  • Exclusión en lo referido a las TIC (dado que en la comunidad prescinden de dispositivos tecnológicos e Internet)
  • La discriminación que sufrirían siendo nativos de una comunidad indígena
  • Incompatibilidad de los tiempos: como miembros de la comunidad deben asistir a los encuentros, conversaciones y rituales; mientras que la escuela exige una asistencia continua, lo que deriva en tener que ausentarse de alguno de los espacios. Frente a esto, la mayoría prioriza su pertenencia a su comunidad.
  • Dificultad para acceder a los recursos y materiales para ser parte de la institución formal: uniformes, material escolar.
  • El aislamiento dado por la falta de vías de acceso para ingresar o salir de la comunidad.

Taller sobre los beneficios de las plantas

Más allá de la deserción estudiantil, se produjo una gran inquietud en  el grupo de docentes de la escuela, encabezado por Edgar.  A partir del proyecto “Nuestra Tierra Nuestra Casa” era necesario emplear nuevas estrategias  de pedagogía centradas  en las problemáticas sucedidas en el territorio, a  fin de establecer nuevas formas de relacionarse con el entorno.

Tal ha sido el deseo por construir una escuela más inclusiva  que en la actualidad hay más de  70 alumnos, 5 docentes y un rector, todos miembros Tule, además se han consolidad dos grados  nuevos. Por otro lado, muchas de las actividades llevadas a cabo se vinculan con las prácticas autóctonas , su historia como pueblo, la reconstrucción de mitos y leyendas, la revitalización de conceptos y palabras usadas en la lengua originaria, y sobretodo la lúdica como el vínculo afectivo para fortalecer el aprendizaje de los niños que crecen lejos de las grandes urbes, desde donde se  resisten al exterminio a través del diálogo de saberes como estrategia para la  permanencia.

Así los Padres Tule esperan que  sus niños puedan seguir formándose en la escuela de su comunidad, aprendiendo de acuerdo a sus necesidades como pueblo y sin tener que hacer largos viajes a otras escuelas.